Tu
mirada y la mía las unimos,
fundiéndolas
al aire en puro abrazo,
firme,
rotundo y poderoso lazo,
y
en ese bello sueño nos quisimos.
Renovada
ilusión que compartimos,
cuando
vino la vida y tu embarazo,
preparado
y dispuesto tu regazo
para
el don que, con celo, perseguimos.
Pero
pasa la vida y anochece,
de
tus ojos el brillo no consigo,
y
tu rostro en mi luz se desvanece.
Mas
tú eres luz, y de mi noche abrigo,
y
si acaso mi fuego palidece,
pira
de amor, abrásame contigo.