cautivo de las sombras del pasado,
duelo sin fin, combate inacabado,
árbol caído al borde del sendero.
Efímero, medido y pasajero,
breve tiempo, fugaz, harto avanzado,
con el ritmo otoñal acelerado,
otrora dilatado y placentero.
Que no se agriete mi alma de tristeza,
que no lloren mis ojos consumidos,
que mi dolor henchido de destreza
en mi garganta ahogue los gemidos,
que mi rostro, testigo de entereza,
acompase mis últimos latidos.
Saludos y mi aprecio.
ResponderEliminarGran escrito, fantástico
Cristian.